Comentario
El Trienio fue una etapa efímera, pero extraordinariamente densa en sucesos y en contenido. Los tres años en los que estuvo vigente la Constitución liberal de 1812 constituyen un periodo de extraordinario interés, por cuanto que en ellos se experimentó por primera vez en la práctica la normativa emanada de las Cortes gaditanas. Hasta entonces, las reformas aprobadas en su momento por los liberales no habían tenido oportunidad de verse aplicadas por las circunstancias ya conocidas. ¿Iban a ser estas reformas suficientes para enderezar el rumbo del país en una situación tan delicada como era la que existía en aquellos momentos? ¿Iban a secundar unánimemente los españoles la gestión de los liberales que ahora alcanzaban el poder? Nada de eso. La puesta en marcha por primera vez en España de un régimen liberal iba a tropezar con muchas dificultades. A las ya existentes durante la primera etapa absolutista, habría que añadirle ahora otras nuevas, algunas de las cuales tendrían su origen precisamente en el propio liberalismo español y en los problemas internos y externos que se derivaron de su propia toma del poder. En efecto, las primeras dificultades vinieron determinadas por la división que se experimentó en el seno de los liberales que habían hecho triunfar la revolución. El liberalismo español nacía dividido en dos partidos, moderados y exaltados, cuyo enfrentamiento llegaría a debilitar seriamente al propio régimen establecido en 1820. Por otra parte, el triunfo del ala más radical del liberalismo sembraría la alarma de las potencias conservadoras de Europa, que temían por una nueva expansión del furor revolucionario que tantas guerras y tantos estragos había causado en el Viejo Continente desde 1789. Tras una serie de congresos, esas potencias se pusieron de acuerdo para intervenir en España y restaurar de nuevo a Fernando VII en la plenitud de su soberanía. Junto con estos factores que tuvieron una decisiva influencia en la caída del régimen liberal, la oposición de los propios elementos absolutistas, que desde dentro y desde fuera de la Península hicieron cuanto estuvo en su mano para que fracasase el ensayo constitucional. El enfrentamiento entre los liberales y los elementos que apoyaban a la monarquía absoluta fue tan grave que daría lugar a la primera guerra civil española.